La Casa de la Independencia constituye uno de los espacios históricos más significativos de nuestro país. Lugar donde se gestaron los ideales de libertad y soberanía, representa no solo un símbolo arquitectónico, sino también un testimonio vivo de nuestra memoria nacional.

En el año 2002, el Sr. Nicolás Darío Latourrette, movido por su profundo respeto por la historia y al observar el deteriorado estado del edificio, se acercó personalmente a las autoridades del museo para ofrecer su colaboración de manera voluntaria y comprometida.

Junto a la Sra. Estela Rodríguez Cubero, diseñaron y pusieron en marcha un plan de revitalización integral, orientado a restaurar el valor patrimonial del edificio y mejorar la experiencia de los visitantes. Esta iniciativa incluyó obras de restauración, mejoras estructurales, revalorización del guion museográfico y la implementación de acciones de difusión cultural que posicionaron nuevamente a la Casa como un lugar de encuentro con la historia.

Gracias a esta labor conjunta, la Casa de la Independencia experimentó un crecimiento notable en su número de visitantes, cuadruplicando su flujo habitual. Hoy en día, el museo recibe un promedio de 200 a 300 personas diarias, cifra sumamente relevante dentro del contexto nacional, donde los espacios museísticos no suelen ser frecuentados masivamente. Los visitantes provienen de distintos puntos del país —tanto de la capital como del interior— y también de diversas partes del mundo, lo que evidencia el valor universal que posee este sitio histórico.

El 15 de diciembre de 2022, en el marco del 250° aniversario de la Casa de la Independencia, el Sr. Nicolás Darío Latourrette, reconocido como protector vitalicio del museo, reafirmó su compromiso histórico con una nueva intervención de puesta en valor del sitio. Esta acción no solo conmemoró una fecha trascendental, sino que también sirvió para renovar el pacto colectivo con la memoria y la cultura nacional.

La constante dedicación del Sr. Latourrette y de todas las personas que acompañan este proceso, constituye un ejemplo del impacto positivo que puede tener el compromiso ciudadano con el patrimonio cultural. Gracias a este tipo de acciones, espacios como la Casa de la Independencia se consolidan como faros de identidad, educación y conciencia histórica para las nuevas generaciones.

En definitiva, lo aquí mencionado representa un valioso aporte a la institucionalidad cultural y social del país, y una invitación permanente a seguir cultivando el respeto y el amor por nuestra historia.