¡Feliz San Valentín!
El 14 de febrero es de las pocas fechas del año que todo el mundo recuerda. Tradicionalmente, este día ha sido ha sido asignado a la celebración del amor entre las parejas; una costumbre que algunos asocian al consumismo como una mera estrategia de márketing. Pero lo cierto es que el Día de los Enamorados hace honor a un personaje de la Biblia, el patrón del amor — con perdón de Cupido
Sin embargo, su verdadera historia aún no ha sido verificada y hay muchos datos sobre su vida que aún no han podido ser confirmados, aunque se cree que San Valentín fue uno de los tres mártires ejecutados en el año 270 d.c. Y aunque la festividad del Día de los Enamorados fue eliminada en el año 1969 del calendario, con el fin de no incluir a los santos de origen mas o menos dudoso, aunque se sigue celebrando popularmente.
A pesar de que su origen y su muerte no están completamente acreditadas, sí se le atribuye una de sus obras: casar a las parejas. Según la leyenda, el emperador que entonces gobernaba, Claudio II ‘el Gótico’, supo de esta práctica del santo y quiso prohibirla porque, según su parecer, su pueblo no necesitaba matrimonios unidos, sino hombres soldados y sin ataduras que obstaculizaran su lucha.
Fue en ese momento, ante la incredulidad de esa norma, cuando el santo supo que su labor no debía quedar olvidada; por lo que decidió que acudiría a la llamada de todos los enamorados que quisiesen y los casaría en secreto en sus casas.
Sin embargo, aunque honrosos, sus actos no fueron bien vistos a ojos del emperador ni de su sucesor, quien lo castigó encerrándolo entre rejas. Incluso en prisión, san Valentín se ganó el respeto del carcelero, quien lo mandó a enseñar a su hija ciega el camino hacia Dios y le instó a que lo acogiera en su fe. La joven, admirada por los conocimientos que su maestre le había mostrado, aceptó y, cogiendo las manos del santo aseguró: «¡Yo creo!¡yo creo!». Tras esto, la joven percibió cómo entraba por sus ojos una luz celestial.
Pese a este milagro, el santo acabó siendo degollado al día siguiente a manos de un soldado llamado Furius Placidus y posteriormente enterrado en la iglesia de Santa Práxedes, aunque sus restos se encuentran actualmente en la Basílica di San Valentino, en Terni (Italia), a donde cada 14 de febrero acuden diferentes parejas que quieren casarse al año siguiente para mostrar su compromiso ante el santo.
De acuerdo con la leyenda, la joven Julia, hija del carcelero a quien el santo libró de su ceguera, plantó un almendro de flores rosas a modo de homenaje y agradecimiento y como símbolo de la amistad y el amor duraderos.